Detrás de la cortina del aborto

María Belén Salinas.
Abogada

Hace algunos días atrás escuché a la directora de la fundación San José y me impactó que dejara claro que la adopción es optar por la vida, alzando la voz contra los estigmas que en Chile rodean a tantas madres que no se sienten aptas para criar -“ni los animales se deshacen de sus hijos”-, aplaudiendo el valor que significa defender y cuidar la vida, aunque sea para luego dejarla partir lejos de sí. Bien por ella, bien por el uso de un lenguaje comprensivo. Bien para Chile.

Por otro lado, tenemos a un gobierno que buscar dejar claro que abortar es bueno, lo que es incorrecto, entendámoslo:

A ninguna madre le gustaría perder a su hijo. El aborto es una cortina que esconde mucho dolor, vergüenza y, sobre todo, soledad de mujeres desesperadas. Históricamente muchas mujeres se han deshecho de sus hijos, antes con el infanticidio –cuando la medicina no se había desarrollado lo suficiente- y luego con el aborto, motivadas, en la mayoría de los casos, por la presión familiar y social, asumiendo en sí mismas tanto el estigma social si se descubriese el crimen como el riesgo de sufrir problemas físicos, psicológicos e incluso la muerte; y así es como tanto dolor para ellas ha comenzado a traducirse en que muchos “las apoyan”, para que matar se haga sin tanta dificultad. Esta realidad es horrible, existe y existirá, pero no la solucionará el que mintamos diciendo que el aborto es bueno para alguien, ni menos que lo legitimemos como derecho.

Se puede solucionar el problema generando instancias para estas mujeres, tal como hace “Acompañares” -programa de cuidados paliativos perinatales- que protege y ayuda a mujeres que tienen hijos con malformaciones graves, buscando obtener como resultado que se procuren los cuidados a quien está enfermo y no que se le elimine, abriendo espacio, si es necesario, a un duelo saludable. O podemos acogerlas como hace la Fundación Chile Unido, que tiene una tasa de 85% de mujeres que deciden dar vida y no dar muerte a sus hijos, lo cual alcanza el 95% en caso de mujeres embarazadas producto de una violación. Las cifras son ciertas y gritan que la soledad y penuria necesitan urgentemente ACOMPAÑAMIENTO, y que esto es bueno. La Presidenta y muchos otros piensan distinto, por ello han aprobado en un primer trámite de ley tres proyectos que permiten el aborto libre en sus vacíos legales. Esto ¿no es acaso la solución fácil y la peor? Es tiempo de ofrecer lo mejor a estas mujeres, promoviendo en el lenguaje de la sociedad su cuidado, como hace la Fundación San José y tantas otras fundaciones que el gobierno no ha querido escuchar. Escuchémoslas nosotros.

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