Males que atentan actualmente a la juventud

Por: Estrella Aguirre

Se ha dicho muchas veces que la niñez y la juventud son el futuro de las naciones, a lo que muchos han respondido que no se trata del futuro, sino del presente, dado que en la siembra que hagamos como familia, comunidad y país en ellos en este momento, hará eco en la consolidación de su persona en un plazo próximo. La pregunta es ¿qué estamos heredando a estas generaciones?, existen muchas amenazas actualmente, en esta columna se presentan algunas de ellas, considerando que lo más importante es la salvaguarda de la juventud.

La cultura de la indiferencia

Actualmente vemos reflejado en los medios de comunicación y las redes sociales, una propuesta de noticia negativa que afecta el mal estado en que se encuentra la humanidad, la mayoría de las personas se encuentra identificada con alguna de estas situaciones: violencia, delincuencia, corrupción, desempleo, inflación, destrucción familiar, guerras, entre otras. En este contexto mundial, asumimos que ya todo está perdido, heredando negativismo y frustración a la juventud.

Los jóvenes, se ven permeados por una cultura donde es difícil hacer cosas, donde es difícil “cambiar el mundo”, esta situación puede adquirir una de las enfermedades más graves que asolan a la humanidad, tiene por título la indiferencia, es decir, sino puedo hacer nada me resigno y dejo pasar las cosas.

La buena noticia es que no todo está perdido, sin embargo, tenemos que invertir esta forma de comunicar lo negativo y comenzar a difundir más que nunca, las buenas nuevas que realizan millones de personas y jóvenes alrededor del mundo, ya sea por medio de fundaciones, voluntariados, clubes, etc. Joven: déjate de tantas quejas y aporta lo mejor de ti mismo, si es dinero, bien; si es tu aportación personal, mejor; si es tu sensibilidad por la humanidad, súper. No te hagas indiferente por los casos y malas noticias de los “malos medios de comunicación”. Escucha, ve y participa en otros en cuya bandera late el bien común, el que consuela, asiste y ayuda. Al final de la vida esto es lo que valdrá la pena, no las quejas y lamentos que nos circundan causando en nosotros el mal de la indiferencia, no pierdas tu capacidad de indignación.

El egoísmo/individualismo

¡El egoísmo está en la raíz del mal!

Cuando dejamos de preocuparnos por lo que le pasa al de al lado, cuando buscamos únicamente el cumplimiento de nuestros objetivos sin importar a quien pasemos encima, comenzamos a perder el sentido de comunidad, como bien decía Aristóteles, el ser humano es un Zoon Politikón, lo cual a diferencia de los animales posee la capacidad de relacionarse políticamente, es decir, crear sociedades y organizar la vida en ciudades.
Por lo tanto, es sumamente importante en los tiempos en los que vivimos, tener un despertar comunitario, preocuparnos por lo que pasa a nuestro alrededor y colaborar dentro de nuestras capacidades, esto no significa que nos dejemos de lado, es bien sabido que nadie puede dar lo que no tiene, por eso el procurar una vida sana emocional, laboral, familiar, física y mental, nos ayudará a ofrecer a otros la oportunidad de vivir mejor.

La falta de sentido en la vida y el materialismo

La enfermedad de moda en nuestros días es la neurosis y la depresión. Una de las profesiones que más trabajo tiene es la de psiquiatra…Muchas personas que se creen atacadas por neurosis no tienen neurosis, sino vaciedad de vida: No tienen nada que hacer, nada que las saque de sí mismas; viven concentradas en su interior, siempre mirándose al espejo de su pensamiento: si están bien, si están mal; si las estiman o no; si la miraron, por qué; si no, por qué la dejaron de mirar… Castillos en el aire… sobre lo que los otros piensan de ella… La neurosis y la depresión están, la vida se tiñó para siempre de tristeza. Lo más probable es que sea simplemente una vida vacía, sin sentido; un alma que espera algo que la llene, que la tome, que le dé sentido a su existencia.

Ante esto se nos presenta una propuesta bastante atractiva que es la de llenar nuestros vacíos con el materialismo, creemos que teniendo, somos, sin embargo, esta fórmula jamás ha tenido éxito, estamos hechos para “ser” y después para “hacer”, porque sólo desde la base máxima de reconocernos personas valiosas podremos tener añadido el éxito.

La mejor manera de llenar la vida es llenarla de amor, y al hacerlo así no estamos sino cumpliendo con nuestro objetivo primordial. Pero ¿cómo se da esto en la práctica?, iniciando con el amor propio, la valoración de nuestros defectos y virtudes, trabajando en mejorar cada día como si fuera el último para ser vivido. ¿Cuál debe ser nuestra actitud?: ¡Sentido social!, servir, dar, amar. Llenar mi vida, y la de los otros.

Las nuevas categorías sexuales y falta de identidad

“Soy homosexual, poliamoroso y andrógino” o “soy mujer, poliamorosa, pero no sería jamás pansexual”. Declaraciones como estas, que requerirían de un diccionario para comprenderse a cabalidad, pueden escucharse con frecuencia en jóvenes sub 25 que sienten que las categorías hombre o mujer, homosexual o heterosexual, les quedan cortas.

Así inicia un artículo que sacó en abril 2014 la Revista Paula, en este mismo, la declaración del sociólogo Julio Cezar, decía que estás declaraciones no vienen de la academia, que no es un fenómeno científico sino social, donde hoy más que nunca los jóvenes están preguntándose ¿quién soy?

Ante esto, la despersonalización, la falta de identidad, ligado al sentido de la propia vida, nos mete en un contexto donde la humanidad comienza a perderse, un gran ejemplo de esto es la misma naturaleza, todo corresponde a un orden natural que no tiene pretensiones morales o religiosas, sino que se centra en el funcionamiento mismo del universo. Si permitimos que este virus afecte nuestra valía como personas, estamos contribuyendo en gran medida a la destrucción misma de la humanidad.

Desinterés por la formación de familias y el invierno demográfico

La familia está en crisis no es una novedad, los jóvenes no se quieren casar, prefieren convivir sin compromisos. Las razones son diversas, algunas parejas no quieren comprometerse a formar una familia porque están esperando el sitio perfecto, la forma perfecta, el vestido perfecto, la solvencia económica ideal. Otros, deciden por su crecimiento y éxito profesional, donde las cargas en tiempo y dinero de tener hijos imposibilitan sus sueños. Y otros más, porque es mejor ir probando relaciones dado que la probabilidad de fallar o divorciase en el tiempo es alta.

Sin embargo, olvidamos que es en la familia donde inicia la educación del ser humano, la familia es como bien se dice: la célula básica de las sociedades, si destruimos una célula básica, no podemos construir nada.

A este gran tema, se le añade el invierno demográfico, si miramos a Europa, sin incluir Rusia, los índices demográficos no son tan halagüeños. Con la llegada del nuevo milenio, la tasa de natalidad es de 10 nacimientos por cada 1.000 habitantes, frente a una tasa de mortalidad de 11 fallecimientos por 1.000 habitantes. Por tanto, Europa tiene un crecimiento vegetativo negativo. La tasa sintética de fecundidad es de 1,4 niños por mujer, cifra que contrasta con la tasa mínima de fecundidad necesaria para garantizar el reemplazo generacional: 2,1. El panorama demográfico de Europa, maquillado con la inmigración y su descendencia, es especialmente grave en aquellos países que mantienen las tasas de fecundidad bajo mínimos y arrastran esta situación desde hace años. Especialmente significativas son las situaciones generadas en Alemania, Italia y España. Sólo la inmigración detiene la hecatombe social.

Este invierno demográfico provoca que en Europa las tasas de soporte se hayan modificado sustancialmente. Las tasas de soporte ponen en relación la población activa con la inactiva, incluyendo jóvenes y ancianos. Chile está pronosticado para ser en 25 años más, una sociedad envejecida, y entonces nos preguntaremos ¿quién soportará la pirámide poblacional?, ¿esperaremos a que la industria de bebés y niños decrezca, generando baja de empresas y desempleo, así como los soportes económicos del Estado para poner un alto?, por poner un ejemplo.

Hoy por hoy el problema del envejecimiento está situado en países occidentalizados, cuyas economías potentes, en cierta medida, han podido paliar el efecto económico del envejecimiento. Sin embargo, algunos países en vías de desarrollo no cuentan con una estructura capaz de soportar los efectos de una población envejecida.
Naciones que no cuidan a los ancianos no tienen futuro.

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