¿Para qué queremos la Libre Competencia? Parte II

Óscar Cárdenas Rossi

Abogado

La Prueba de Selección Universitaria, PSU, ya no es un tema desconocido para nadie, y los que la han rendido conocerán los ítems en que una de las alternativas es Cada una por sí sola (1) ó (2). Pues bien, si en las opciones mostradas en uno de esos tipos de ítem estuvieran el Mercado y el Estado, por ejemplo, podemos decir con creces que ninguna de las dos es suficiente por sí sola, en los casos en que la pregunta de ese ítem dijera algo así como “¿Quién asegura que la distribución de las riquezas sea de manera equitativa?”.

Cuando es el Mercado el que actúa por sí solo, suponemos que las reglas las colocan todos los intervinientes en él. Hay una constante especulación en los precios de las mercaderías, oferentes y demandantes se tratan bien, entre otras cosas. No obstante ello, las frecuentes crisis económicas que ha habido desde la segunda mitad del siglo XIX hasta ahora se han provocado por la ambición, la avaricia por ganar más y perjudicar a otros hasta hacerlos quebrar sus propias economías. Ante esto, surge la pregunta: ¿Y ahora, quien podrá defendernos?

Aparece el Estado en este segundo escenario, en sus dos vertientes: Por un lado tenemos a un Estado que comienza a regular la economía, estableciendo reglas para su funcionamiento e interviniendo en aspectos clave como objetivo primordial (Esto es una base del llamado Estado de Bienestar); Una segunda vertiente tiene relación con los Estados de corte socialista o comunista, en los que el Estado está por completo en todos los ámbitos de la economía, existen control de precios, regulación de la cantidad de producción y de adquisición de bienes, entre otras medidas. En la actualidad, Venezuela es el corolario de un Estado asfixiante, con la escasez de productos existentes y una inflación por las nubes.

Estos dos ejemplos, en que el Mercado y el Estado actúan individualmente, nos indican a todas luces que ninguno es suficiente por si solos para una correcta distribución de los ingresos, ni para la existencia de un libre mercado, pues en cada uno vendría la pregunta ¿quién nos defenderá? o ¿quién pone las reglas aquí?

No hay mejor salud para una sociedad que aquella en que es el Estado el que pone las reglas al Mercado para que éste actúe en la economía. En dicha forma se regulan y establecen instituciones para controlar los abusos que se cometen, siempre y cuando éstas no sean restrictivas.

De una u otra forma tiene que actuar la Libre Competencia, aunque sea en la teoría.

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