Por: Columnista Invitado.
Christian Urrea Avellaira.
Ingeniero Civil Industrial, Magister en Comunicaciones y Coach estratégico
Director de Uopportunity Asesorías
Académico Universidad Diego Portales
Cada vez que logramos la meta de una acción solidaria o cumplimos con brindar alivio a nuestros compatriotas que han sufrido una desgracia natural, renace en la conciencia colectiva el concepto de ser solidarios. De acuerdo a la definición proporcionada por el diccionario de la real academia española, Solidaridad se refiere a la “Adhesión circunstancial a la causa o a la empresa de otros”. Es decir, cuando nos adherimos a una causa en común para contribuir a la ayuda de otros. En éste ámbito aparecen eventos que mueven nuestra vibra nacional como la Teletón, la selección Chilena, causas que nos hacen olvidar nuestra diferencias y ser solo uno.
El trabajo de Geert Hofstede (escritor holandés, psicólogo social y profesor de antropología), ha estado relacionado con estudios acerca de las características que están presentes en las distintas culturas del planeta. De esta forma, su trabajo concluye que Chile cuenta con un nivel de colectivismo elevado y nos comportamos como una sociedad que valora enormemente la causa común.
Bajo el prisma de este análisis, podemos entender – por mencionar un ejemplo – que la mayoría de los chilenos donen dinero a la Teletón solo cuando se genera una causa común. De no ser así, muy pocos se acercarían al banco y las metas estarían muy lejos de cumplirse.
Los chilenos somos capaces de unirnos, lograr lo impensado y vanagloriamos de ser solidarios. Pero, ¿qué pasa cuando la ayuda debe ser individual? Es aquí, donde nuestra sociedad muestra una gran deficiencia. Muchos no son capaces de dar el paso a un vehículo que intenta desesperadamente ingresar a la vía o buscan la oportunidad de “colarse” en la fila y sacar provecho de otros. Muchos se hacen los dormidos en el metro o evaden contacto visual para no ceder el asiento a quien lo necesita. En fin, cada uno de ustedes tiene algún ejemplo para compartir.
Lamentablemente nos hemos transformado en la sociedad del “yo-yo” y donde el “vivo” y la “chispeza” la llevan. En individuos que luchan por sacar el mayor provecho de una torta que claramente no alcanza para todos. Hemos llegado a ser una sociedad triste avasallada por la incertidumbre, los constantes abusos de poder y falta de oportunidades. En este escenario, claramente cuesta mucho ayudar y “estar ahí” con el otro.
Entonces, ¿somos solidarios los chilenos? La respuesta es SI. Sí y solo si la causa es común.
