¿Para qué queremos la Libre Competencia? Parte III

Óscar Cárdenas Rossi

Abogado

En un capítulo de Los Simpsons, Homero discute con Marge sobre el elefante de Bart y le dice: Marge, estoy de acuerdo contigo, en teoría… en teoría el comunismo funciona, en teoría. Los planteamientos e ideas que se han hecho a través de la historia, en especial nuestro pasado siglo XX, en especial en lo relativo a lo político y económico, se les aplica lo señalado aquella vez por el afamado Homero Simpson. La libre competencia no es la excepción.

En nombre de muchos conceptos se han confabulado una serie de abusos que la propia libre competencia no ha sido capaz de subsanar. La teoría económica supone que esa mano invisible -planteada por Smith- haría todo, pero no es así. Existen cientos de monopolios -no naturales- y oligopolios en los cuales los productores proponen a sus anchas los precios de las mercancías -recordemos solamente la colusión de los pollos o la del confort-. Abarcan cuotas excesivas de mercado, dejando sin espacio a nuevos oferentes- las llamadas barreras de mercado- o regulando las cuotas de producción con el fin de que nadie gane. Incluso se produce alimentos en exceso, pero solo llegan a unos pocos. ¿Qué pasa con la población que no tiene ni siquiera un pan para llevar a su mesa?
Todo funciona, en teoría. Porque el que no quiere ver que existen grandes desigualdades e injusticias, acontecidas tanto en la economía capitalista como en la marxista, es porque derechamente solo ve una fracción del mundo y no la totalidad de este.

Tenemos claro que las necesidades son múltiples y los productos son escasos, ¿cómo hacer que la Libre Competencia pueda eliminar o reducir esas desigualdades o esas barreras de acceso? Debe existir una política tributaria que permita que el Estado fiscalice que las empresas paguen como corresponda sus impuestos, no permitiendo la evasión ni la elusión de estos. También es necesaria una política de incentivos para que, no solo las grandes empresas, sino que igualmente los más pequeños empresarios, puedan ingresar al mercado a ofrecer sus servicios. Por otro lado, teniendo una legislación acorde, en la que se sancionen los abusos del mercado y existan penas efectivas de cárcel, junto con la prohibición de realizar la misma actividad en la que le sancionó. Incluso prescribir la personalidad jurídica puede ser una buena medida, más el pago de la correspondiente indemnización.
Porque la libre competencia se trata de eso, de tener reglas claras y sin trampas, para que la economía no quede en manos de unos pocos, sino que pueda estar al acceso de todos.

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