“Se trata de reconocer en el otro a un tú”

Por: Katerine Zambrano 

¿Qué hace que un grupo de voluntarios se motive cada mes a visitar un hogar de abuelitas?

Mi respuesta no puede asegurar que sea la respuesta de todos, pero puedo decir que eso que a mí “me mueve” es el deseo de querer un Chile más inclusivo, un Chile mejor, en el que no sobre nadie, en el que se acepte al otro tal cual es.

En la sociedad actual son pocas las instancias que te permiten “darte al otro” sin recibir nada a cambio. Nos desenvolvemos en una sociedad individualista y nos cuesta mirar a nuestro alrededor para dar la mano al prójimo que lo necesita.

Si bien el éxito en lo profesional es uno de los sueños que cualquiera anhela, pocos son quienes, además, contribuyen en tareas concernientes al bien común de manera desinteresada, sin recibir retribución alguna.

Chile necesita de una sociedad comprometida con el bien de todos y de cada uno, sólo así seremos una sociedad civil sólida, que, en conjunto con la libertad que la caracteriza, permitirá forjar un país más próspero.

Visitar a las abuelitas es una de esas actividades que fomenta lo anterior. Algunos podrán pensar que es solo un granito de arena frente a una enormidad de problemas sociales que hoy están en la palestra, no obstante, el que sea más o menos visible no la hace más o menos importante. Por eso es de suyo no desatenderla, porque, aunque no sea visible a los ojos de la mayoría, el contribuir a mejorar la calidad de vida de las abuelitas es de un gran enriquecimiento, tanto para ellas como para los voluntarios.

Al visitarlas yo doy lo mejor de mí, dejo de lado mis problemas y sólo me preocupo de darles todo el amor que pueda. Me vacío de ese egoísmo que muchas veces  impide ver que el otro tiene tus mismas necesidades  -tanto materiales como afectivas-  y me coloco en el lugar de esa abuelita, pensando en qué esperaría yo que ella hiciera por mí si ella fuera quien me fuera a visitar.

Se trata de reconocer en el otro a un Tú.

Es muy triste saber que hay personas que viven por años entre cuatro paredes, sin recibir visita de familiar, amigo o conocido alguno. Independiente de cuáles hayan sido los motivos por los cuales están en el hogar, la dignidad inherente a toda persona nos debe hacer ver más allá y darnos cuenta que nunca es digno vivir, ni morir, en soledad. Todos necesitamos sentirnos queridos por alguien y que este “alguien”, de manera desinteresada, se preocupe de nosotros.

Revertir esta situación de soledad que viven muchos abuelitas y abuelitos es tarea de todos. Sólo se puede lograr de manera sincera, si reconoces en el otro a un Tú que sufre si carece de lo más elemental…El Amor.

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